Es mi deber informarte que ya estamos empezando mal… Pues no pretendo guiarme exactamente por la rúbrica de una “oda griega” ni me iré acorde a la composición que esta me dicta. Estrofas quizá existan para mantener algo de ritmo en la lectura, sin embargo, no será rígido mi contar.
Las odas originales eran cantadas con el acompañamiento de algún instrumento musical (griego obviamente), pero en el afán de disrupción, acá yo imagino que me acompaña un duduk (de origen armenio o turco, no estoy muy segura) con darbuka de fondo en su andar.
No será sorpresa que esta es una entrada meramente personal, de la que quizá saques algo interesante pero como el título lo dice, es una “Oda a los maestros de MI vida”. Sí así lo deseas, podrás extrapolar.
Hace un par de días me encontré teniendo una charla académica con mi coordinador. Hablábamos sobre dos laboratorios, dos métodos muy distintos, dos “escuelas” de pensamiento que no necesariamente hacían “match”, ambas válidas y listas para ser comprobadas.
Dijo “Esta tiene la escuela de – Fulanito y fulanita- y está muy bien, ya ha sido probada, eso es muy bueno. La tuya también está interesante porque tiene la escuela de… de… Penélope Haro… y eso también está bien”.
En su momento solo pude sonreír, pero me quedé pensando. Conocí a alguien muy querido para mí que me enseñó que somos la suma de todas las personas que nos topamos. Ese mismo alguien, me tatuó en la mente la frase “Las cosas se hacen haciéndolas”.
Tengo 15 años comprando ese paradigma y me dieron tantas ganas de haber dicho: “¡No! No es la escuela de Penélope Haro… ¡Es la escuela de TODOS los que han sumado en mi vida!”. Debí decirlo quizá. Sobre todo porque fue él (mi coordinador) quien me enseñó ese concepto. Hace 15 años.
Entonces retomé una idea que tenía en el tintero… años atrás había considerado escribir un libro sobre “Los maestros de mi vida”. Tenía la estructura, temas y demás, pero no logró convencerme lo suficiente como para realmente hacerlo. Hoy lo retomo en forma de entrada de blog.
¿Cuántas veces nos sentamos a conectar los puntos valiosos? Aquellos que realmente han tenido gran influencia en nuestra vida (o la siguen teniendo). ¿Cuántas veces nos tomamos la molestia en dar las gracias por las enseñanzas? (Es lo único valioso que nos llevamos en realidad).
Si yo puedo dar las gracias por una cosa (de tantas) es porque he tenido excelentes maestros, por todos lados han surgido y algunos de maneras insospechadas han llegado. En ocasiones llegan solo para dar una lección y salen de escena. En otros casos, se quedan cerca para retomar enseñanza.
Me tomé la libertad de “graficar” a mis maestros, como un ejercicio de anclaje. Me sorprendió la cantidad de nombres que salieron y que los que me faltan. Más que nada, me enfoqué en aprendizajes, pequeñas perlas de sabiduría que he obtenido de cada uno. Juntos son un tesoro.
Imaginé un micro-universo, yo al centro (en este está bien ser egocéntrica, no me critiques). En el primer círculo puse a quienes más influencia tienen y han tenido desde que los conozco. Algunos llevo una vida de conocerlos, otros un poco menos, el impacto es el mismo.
En un segundo nivel puse al resto de personas de las cuales he aprendido algo significativo, de importancia suficiente para ser parte de una gráfica que nadie pidió. Sus aportaciones han hecho una diferencia en mi vida y quizá ni enterados estén.
Aprender a ser analítica, a pensar con cabeza fría, lógica básica, a entender sobre ingeniería, electricidad y por qué no hasta de soldar un poco. Algo de finanzas personales (honestamente no fui muy buena alumna ahí, sigo aprendiendo). ¿Quién más? Mi papá, construyendo máquinas simples conmigo para ganar el primer lugar.
¿Protocolos de relaciones públicas? Invitados a cenar, cómo recibir, cómo socializar, cómo sí y cómo no acomodar los cubiertos dependiendo de lo que servirás, los gustos y alergias que debes tomar en cuenta, los tres platillos y el cierre con broche de oro, el postre. “Las joyas que adornan esta casa no son las que cuelgan de las paredes, sino las personas que la visitan”. La mejor anfitriona siempre, mi mamá.
Por si me hubiera faltado ser analítica, revisión de datos, devorar más y más información todos los días, nadie como Javier para ponerme al corriente. Paciente como pocos. Solucionador de problemas nato. Análisis, del análisis, del análisis. Variables. Tecnología a la orden del día. Si no aprendo rápido, me dejan atrás.
La primera persona que me demostró que podías ser “tú mismo” en un área de trabajo, que sabe enseñar porque es su vocación, alguien que ama su trabajo, servir y ayudar. Él que me enseñó a pensar en “Menos es más”. Amante de Fibonacci. Aquel cuyas clases seguí por 2 años y jamás dejé de aprender cosas nuevas. Sigo aprendiendo. Oh Venancio.
Aquella pequeña loca con la que he pasado horas y horas desperdiciando talento, soltando ideas al aire. Que me ha enseñado más de lo que un párrafo puede describir, que da mucho amor, con la que puedo pasar horas filosofando y generando nuevas ideas que ahora ya no son desperdicio. Sólo tú Raquel, en el hoyo gris nos fuimos a encontrar.
Ese pibe que me agarra de bajada cada que tiene oportunidad, me reta a mí misma, me cuestiona y me enfoca (a su sencilla y carismática manera). Ese maestro que ha estado ahí siempre que lo he necesitado, siempre listo para darme una risa sarcástica para luego ayudarme a arreglar el problema. Gracias Hernán.
Ese amigo que desde que tengo 6 años me sigue demostrando cómo una persona puede evolucionar y cómo la inteligencia nunca se cansa. Quien me enseña a no tener pelos en la lengua y a disfrutar de mi carrera. Él que me demuestra que las charlas inteligentes jamás estarán sobrevaloradas. Tampoco una gran amistad. En las buenas, en las malas y en las peores. Jorge, danke.
Lecciones que no se olvidan, “…el bowl tiene que estar boca arriba para que aprendas, nunca roto, nunca boca abajo, recibe sin juicio la información y decide después qué hacer con ella…”. Esta persona que me enseñó que ser alquimista, publicista y profesora van de la mano y son un combo ganador. Tanto me has enseñado. Seguiré aprendiendo. Gracias Fernand.
Mero comienzo, y solo una probada de lo que en realidad cada quien me ha enseñado. Ahora haciendo una reseña más breve de los otros maestros que surgieron en mi “pizarrón”.
Empiezo con la Teacher Chayo, que me demostró que ningún alumno se queda atrás y que aunque la clase sea de inglés, la caligrafía y tu estado mental son igual de importantes. Thank you so much!
A mis padrinos que me enseñaron a que para poder jugar debía trapear. Aportar, no solo quitar.
Adrián, que me enseñó sobre lealtad entre amigos. Quien te quiere te cuida. Importante lección.
Bojórquez quien de una forma distinta, como de hermanos, me ha mostrado otro tipo de cariño y permanencia.
Dany V, ella que me demostró cómo sí ser una buena líder, quien me llenó de buenas prácticas para aplicar en mi día a día. Gracias.
Al Doc Hernández, que me hizo asumir retos que eran más grandes que yo. Demostrándome que podía.
Susy V, gran ejemplo de que una mujer puede ser alto mando, eficiente, productiva y seguir siendo ella.
Natalia R, a quien admiro por ser socialmente responsable de verdad, camina cada paso con el ejemplo y eso es algo a lo que aspiro, ser más con ella.
Mustafa, quien vino a tumbarme mi perfecta torrecita de Jenga y a re-enseñarme el concepto de -generosidad- entre otras tantas cosas. Gracias.
Rodrigo, ese vikingo loco que me demuestra que cuando haces lo que verdaderamente amas, sin importar lo que sea, el dinero viene con todo.
Pamplona, un profesor que ni se acuerda de mí, ni me hace en la vida, pero que dejó marca por una tarea que me sacó de mi zona de confort, la cual me llevó a una serie de eventos inverosímiles. Gracias por enseñarme de pensamiento lateral.
Dra. Sara R. (Alias- Dra. Frankenstein), por hacerme ver que está bien no querer tener hijos. Que en la sociedad en la que vivimos (aún) es un gesto muy valiente el expresarlo.
Francisco, que me enseña nuevas formas de ver las cosas, re-programa y sacude viejos chips instalados.
Rudy, ese que no sabe rendirse ante nada. Nunca. Jamás. Mucho que aprender sobre eso.
Moisés, desde que lo conozco me ha demostrado que un corazón generoso siempre gana. Sin importar qué. Generosidad.
Páez, el hombre del rostro indescifrable, amante de las artes, del que aprendo cómo sí se puede ser diplomático y prudente, aún cuando tengas un humor un poco negro. Sí se puede.
Alma R, ¡Evidencias! Si no lo puedo probar con 3 fuentes, no existe. Ella que me programa a confirmar lo que digo y de dónde lo digo.
Gaby de la T, entusiasmo y pensamiento positivo para todo. Siempre para adelante, siempre en alto. Te equivocas, aprendes, sigues en alto.
Romelia, que me dijo «Tú camina como si fueras dueña del lugar y te la van a creer». -Fake it until you make it- Y así logré conocer a Guillermo del Toro.
Magno, cuya pasión por su trabajo no conoce medida, así como la seriedad que le da al mismo. Si quieres que te tomen en serio, empiezas por ti mismo.
Jhancy, no importa la etiqueta que te pongan, no te queda más remedio que ser tú y ser feliz mientras. Sin buscarlo quizá, pero es un excelente aprendizaje el que ella me deja.
Carmina, pocas veces he conocido a alguien con tanta determinación y enfoque. Que acepta verse en un espejo, escuchar retroalimentación dura y verlo como construcción. Ninguna meta es demasiado grande. Ninguna. ¿Qué si todos pensáramos más así?
Jonathan, ese colega que no sabe de “imposibles”, no entiende de “no se puede”. Si no existe, lo crea. Paciencia, pasión y determinación. Habilidades también de aprendizaje.
Álvaro, el Vasco, el Hakim, el alquimista, con el que no paro de aprender sobre corrientes filosóficas, pensamiento hermético, uso de las plantas, y sobre todas las cosas, a responsabilizarme de mí. No me cabría en un artículo de blog todo el aprendizaje.
Esto es un extracto de los maestros que conozco, ya imagino qué sacaría de los que no conozco, como un Guillermo del Toro (pasión), Christopher Nolan (profundidad), Kevin Johansen (versatilidad), Hans Zimmer (empatía), Austin Kleon (creatividad), J.R.R. Tolkien (investigación)… tantos más.
Como dije, me di a la tarea de hacer algo sobre lo que me han enseñado a mí algunos maestros. Honestamente de cada nombre aquí escrito podría escribir hojas y hojas, pero quedamos que no era un libro. Solo es una entrada de blog. Una larga entrada de blog.
A mí me parece un ejercicio muy bonito hacer las conexiones. Quizá solo soy yo. Pero regresando al dilema original. Definitivamente no, no es la escuela de Penélope Haro, como mínimo es la escuela de 32 conexiones, más todos los libros que he leído, más todas las películas que he observado, incluso me atrevería a decir que se suma la música que he escuchado. Es la escuela de todos.
GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.
¿No te deja esto con la curiosidad de hacer tu propio mapa? ¿Quién te influye a grande nivel?
Y para finalizar… ¿A quién le influyes tú? ¿En qué constelación estás?
Para V.