Un experimento para la vida y las relaciones

Penélope Haro > Bitácora > La vida > Un experimento para la vida y las relaciones
  • penelope@ochomarketing.mx
  • La vida
  • No hay comentarios

Hoy inicio mi escribir escuchando “Love changes everything” de Andrew Loyd Webber, Michael Ball e Il Divo. Siempre me ha parecido una hermosa melodía, y me siento identificada con partes de la lírica. Debo decir que es una pieza muy ad hoc al tema que abordaré en los párrafos que nos esperan por delante, pues “el amor nunca te dejará ser el mismo que antes”.

Te aviso querido lector, que no pretendo llenar tu pantalla de corazones, ni de miel, quizá solo un poco de chocolate (porque químicamente se asemeja a la sensación que algunos conocemos como amor).

Hablando de miel… ¿Sabías que la Luna de Miel es conocida así por una bella tradición vikinga? A las parejas que recién unían sus vidas se les obsequiaba una dotación de hidromiel (bebida alcohólica a base de miel fermentada), que debía durar un mes completo, osea, una Luna o un ciclo lunar. Esto lo hacían por diversos motivos, uno de los principales siendo el hecho de que esta bebida es altamente afrodisíaca. Garantizando así la dicha matrimonial de la pareja. Por eso se relaciona ese concepto cuando una pareja aún está en una etapa sin conflictos, se dice que siguen en “Luna de miel”.

Pero bueno, he roto mi promesa en tan solo 3 párrafos, ya te llené de miel la pantalla. Me doy cuenta de que no puedo garantizar evitar endulzar el escrito de hoy. Me deslindo de mi previa ofrenda.

Hoy tengo una imperiosa necesidad de hablar sobre la responsabilidad afectiva, un término que en teoría viene a contrarrestar las tan trilladas “relaciones tóxicas”. La responsabilidad afectiva es la conciencia de las emociones y la ética del buen trato.

Empecemos con algo muy simple, desde mi punto de vista, la persona “tóxica” verá como “tóxico” todo lo que le rodea, porque no es responsable de su parte de la relación.

No importa en quién nos enfoquemos, ya sea en nuestros padres, familiares, amigos, colegas de trabajo o en nuestra pareja. Siempre habrá dos vías en nuestras relaciones. Una vez que entendemos a profundidad este simple concepto, se abre un mundo muy distinto, en el que podríamos encontrarnos con que gran parte de nuestro enojo, es en realidad miedo y dolor. Usualmente eso no tiene que ver con otros, sino con nosotros mismos.

Se nos ha programado a que las relaciones de pareja deben llevarse de una forma muy específica, con cánones y fases predefinidas, para evitar el “qué dirán”, aunque la realidad es que cada pareja es un micro-cosmos donde hay reglas distintas y métodos propios. Eso está perfecto, pues así da la oportunidad a que se vea qué es lo que le funciona a cada vínculo. La clave es que toda parte involucrada en la relación esté de acuerdo en los tiempos y las formas, y que dichos acuerdos se cumplan acorde a lo estipulado. Es válido re-negociar, todo es válido en realidad siempre y cuando, las partes estén de acuerdo. Obviamente esto requiere de un nivel elevado de comunicación, apertura emocional, entendimiento y responsabilidad por mejorarse día a día. No, no es lo mismo mejorar que cambiar. Entrar a una relación con la esperanza de que el otro cambie, no solo es una pérdida de tiempo, sino un insulto a la integridad de la persona. La mejora implica optimizar lo que hay y desea ser pulido.

En una serie que me encanta “Big Bang Theory”, una de las parejas, Sheldon y Amy, tienen un “Acuerdo de la relación”, algo muy parecido a un contrato sobre todos los pactos, reglas, y modos en los que llevarán la relación. Parece exagerado, pero si lo vemos con ojo objetivo, en realidad es una gran idea porque genera certezas a ambas partes, y los dos quedan conformes con las peticiones y negociaciones de estas. Es un acuerdo explícito y si hay que hacer alguna revisión, se hace. Honestamente, me parece una gran idea.

Las relaciones interpersonales requieren de compromiso y son decisiones, como muchas otras que tomamos en diversos tramos de nuestra vida. Por ejemplo, una carrera. ¿Decidiste ser chef? Bien, pues eso requiere cierto enfoque y entrega. No por estudiar cuatro años y lograr el título, eres El Chef. Te sigues renovando, especializando y experimentando para nunca estancarte. Ser Chef es una decisión de por vida y no por ello es monótona.

Lo mismo sucede con las relaciones, todos evolucionan, el enfoque es tomar decisiones y hacerse cargo de ellas. Y para mí eso es gran parte de lo que construye el amor, eso que te une y que te da fuerza para desaprender y re-aprender sobre el otro y sobre ti. Para lograr puntos de encuentro.

En cualquier película romántica nos quedaremos con un final tipo “vivieron felices para siempre”, pero nunca nos dicen que Cenicienta se peleaba con el Príncipe porque dejaba sus botas llenas de lodo por todo el castillo y que ella tenía la desesperada necesidad de limpiar cada esquina de la enorme propiedad. Garantizo que eso ocurrió. Tampoco nos cuentan que cuando el Príncipe besó a la muerta de Aurora, ¡Seguro le olía a mil demonios la boca! ¡Todo esto mientras un montón de animales voyeristas eran testigos de tal acto!

Amamos amar, pero muchas veces no logramos entender qué es lo que esto implica. Amar la luz de una persona es extremadamente fácil, amar su sombra… ahí está el reto. Queremos a las personas por lo que tenemos en común, pero les amamos por lo que nos distancia. Significa que ni esa distancia rompe el lazo, ni esa sombra quiebra la armonía.

En el 2020 decidí iniciar un pequeño experimento: me encontré con un concepto de vínculo personal que era nuevo para mí y, a la par, escogí una planta recién llegada a mi hogar para hacer una prueba. Decidí que regaría la planta cada vez que viera a esta persona, con la teoría de que sería insuficiente.  -No, no la dejaría morir, solo quería corroborar mi teoría.-

Mantuve el experimento por 2 meses, había veces donde yo veía que la tierra se cuarteaba y debía regarla aún sin recibir visita. La planta sobrevivió, sus hojas se tornaron amarillosas, no hubo crecimiento y la tierra se veía árida. Ahí decidí parar, tenía la información que necesitaba.

Después comencé a regarla de forma más constante y a darle los cuidados adecuados, por supuesto, sin ahogarla (que también podemos abusar). En 1 mes la planta había crecido el doble de su tamaño y tuve que trasplantarla. No ha parado de crecer.

Para mí fue una analogía perfecta, cualquiera que diga que el amor no tiene nada que ver con ese dicho sobre “regar la plantita todos los días”, es porque nunca ha cuidado a nadie más que no sea a sí mismo. Aunque me corresponde corregir un poco, se le debe regar tanto como lo necesite, dependiendo de las condiciones y el tipo de planta. Hay plantas que no lo necesitan diario. (Sigo haciendo metáfora).

Hay amigos que pueden charlar cada 6 meses y seguir con un vínculo fuerte. Hay amigos que charlan diario. El punto es saber identificar qué necesita el otro y saber expresar lo que uno necesita. La responsabilidad afectiva tiene todo que ver con identificar las emociones propias y ajenas. Va de la mano con la empatía.

De momento se me viene a la mente mi mejor amiga, 12 años de amistad y seguimos sin entender cómo es que somos amigas. Tenemos personalidades tan distintas, creencias que son como agua y aceite y gustos genuinamente distantes. Pero definitivamente nos une el amor que nos tenemos. El hecho de que si le duele, me duele y viceversa. Si tiene un éxito lo celebro el doble y siento absoluta felicidad por ella. Si necesitamos ayuda, ahí estamos. Si queremos reír, también estamos.

Aunque nada es eterno, todo lo que cuidamos, dura más.

Regresando al ejemplo de las plantas, si abusas de la cosecha, dejarás el suelo árido. Si usas fertilizantes, abonos, productos y ciclos adecuados… los frutos serán perennes.

Responsabilizarse es no hacerse la víctima, y ver que muchas veces somos victimarios. Ser responsable es hacerse cargo de uno mismo y no aventar nuestro veneno o nuestro miedo al otro. Muchas veces no lo vemos, pero lo que damos, de verdad es lo que recibimos.

Basta de tibiezas… ¡Vamos con pasión! Vamos con certezas y con decisiones. Sin miedo a confrontar ciertos momentos incómodos, porque vendrán muchos más placenteros. Por ahí dicen que el paraíso no es un lugar. Son momentos, sabores, personas, aromas, sonidos… Todos esos son creados en conjunto.

Busquemos crear relaciones más armoniosas, que construyan puentes en lugar de muros, que tengan risas, que sean auténticas, donde no exista el miedo pero sí abunde la admiración, el cariño, las metas comunes.

La espiritualidad es un tema muy en voga, un concepto que si se entiende en su inmesurable totalidad, te eleva a “niveles” insospechados.  Sin embargo, creo que antes de volar, hay que aprender a correr y previo a ello, hay que saber caminar. ¿Qué tan responsables somos en nuestras relaciones? ¿Cómo las nutrimos? ¿Cómo las cuidamos? Me parece valioso primero empezar caminando con el micro-cosmos que nos rodea y luego ir a volar con el Cosmos completo.

Antes de terminar, es muy importante también dejar claro que la responsabilidad afectiva empieza con uno mismo. Existe la noción de que para amar, hay que amar hasta que duela y darlo todo, eso es un enorme error. Si me quedo vacía me convierto en un agujero negro, que empezará a chupar todo lo que me rodea por haberme perdido a mí misma. Desde ahí, no se puede amar y honestamente tampoco puedes ser amado.

Tenemos que se responsables de nuestras emociones, de nuestros límites, de nuestra luz y nuestra sombra. Una vez que se tenga aceptación y apertura, entonces sí, aproximarnos a otros. Recordando que siempre hemos estado completos. Solo que alguien puede crear ciertos complementos o sumar a lo que ya es un todo (y viceversa).

La conciencia del hecho de que las relaciones no son eternas debería accionarnos a cuidarlas, a ponerles atención y darles la relevancia que corresponde. Esto ocurre en el presente, aquí y ahora. Todos necesitamos vínculos afectivos valiosos, para tenerlos, debemos ser también un vínculo afectivo de valor.

Amor no es sentir maripositas en el estómago, ni que te brinca el corazón cuando ves a la otra persona. Eso es enamoramiento o quizá hasta podría ser una preocupante arritmia…

Amor es responsabilizarte por tomar la mano del otro y sujetarla cuando lo necesita, porque además tienes la confianza de que lo harán por ti también.

Por eso, yo aún soy fiel creyente del amor y creo que es la respuesta a muchas interrogantes que nos rodean. La empatía es amor dice mi amiga Raquel, y yo voy muy de acuerdo con ello.

Amar expande tu mente. ¿Hasta dónde quieres llegar tú?

 

BONUS (X2)

Prometí chocolate- Dejo el dato de que las fresas con chocolate también son afrodisíacas  (guiño- guiño)

 

Una melosa canción para escuchar mientras comes fresas con chocolate con ese alguien especial  (guiño, guiño)