Es uno de esos días, que a veces ya parecen ser más comunes que escasos. Un día en el que recibes malas noticias y debes re-ajustar lo que acababas de acomodar, re-pensar lo que ya habías considerado, y sentarte cuando ya te habías parado. Tu negocio tiene problemas.

No sabes qué hacer, sientes que ya lo intentaste todo, ya reíste y por supuesto ya lloraste, pero no, no es suficiente. El universo decide poner otro reto más, como ya has podido con todos los anteriores, ¿qué es una raya más al tigre?.

Es momento de ver las cosas de otro modo, resolver de formas que no habías considerado, o quizá es hora de aceptar la derrota y colgar la toalla… Pero no, eres más terca que una cabra, tiene que haber una manera de hacer las cosas de forma diferente.

Haces mal uso de tus redes sociales para hacer catarsis (muy a tu manera) y haces un post que recibe un par de comentarios curiosos…

“Escucha Las Cuatro Estaciones de Vivaldi al mismo tiempo que la Novena de Beethoven… al mismo tiempo y verás.”

Y curiosa como el gato muerto de curiosidad, vas a poner ambas piezas, sí, al mismo tiempo. Al inicio por supuesto oyes mucho ruido, conoces ambas piezas bastante bien y no te cuadra lo que está pasando. Desesperas un poco. Pasados los primeros 20 segundos empiezas a encontrar una melodía, te das cuenta que las matemáticas son perfectas y notas que hay ciertos patrones, e incluso convergencia entre ambas piezas. Entra un crescendo de Beethoven a la par que un minuendo de Vivaldi (parecería planeado). Poco a poco se van complementando ambas piezas de formas insospechadas, y empiezas a sonreír. Es una experiencia nueva, y te da gusto haber tomado la palabra de esa creativa persona.

Esto  no solucionó todos tus problemas. Pero sí te hizo ver algo nuevo y diferente. Justo lo que necesitabas. Y a la par con las palabras de tu pareja diciendo “Vas a encontrar la forma, siempre lo haces”. Te quedas con un sabor de boca distinto… No dulce aún, pero con potencial agridulce, definitivamente.

¡Gracias Zuili!

😉